Cuando recorrimos el barrio Olivares, en la última cuadra de la diagonal 1 I, encontramos al señor Luis Carlos Quevedo cuidando su casa afectada por el caño de aguas negras en plena temporada invernal. Con miedo su esposa y los hijos, tuvieron que trasladarse a otra vivienda sin camas, colchones, ropa o cobijas, porque el agua perjudicó su propio bienestar.
En el sector, no existe un alcantarillado oficial de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, que permita trasladar las aguas por una tubería.
Carlos permanece en el lugar soportando los fuertes olores, por miedo a perder lo único que le queda, una casa con las tejas destruidas, el piso en tierra y una puerta. En la misma zona, vive Marcos Arangure y sus cinco hijos en una sola habitación que fue deteriorada por el invierno.
Ante las fuertes lluvias, los cogestores de la estrategia se colocaron sus botas para censar a todas las familias que salieron afectadas en varios sectores del municipio, como en el barrio La Florida, Olivares, Quintanares, San Mateo y en la comuna cuatro, entre otros.
En la autopista sur, a la altura de un centro comercial Mercurio, se desbordó la quebrada San Mateo y Río Claro que perturbó la movilidad y el paso de los peatones en la zona. Algunas personas dejaron abandonadas sus propiedades, porque sus viviendas colapsaron, en especial, aquellas casas que fueron construidas con desechos plásticos, en madera, zinc o cartón.
